Querer NO siempre es poder

A veces quieres lo que sabes que no puedes querer. Y no es que esté prohibido, es solo que ese quieres no va de la mano con el puedes. Lo peor de todo es que, a veces, te partes la crisma intentando comprenderte a ti mismo. Sí, intentando entender porque demonios tienes que fijarte en algo que es posible que nunca sea tuyo. A mí me pasa, y aunque a veces intento ponerme seria e intentar solucionar el gran problema nunca lo logro. Supongo que es así porque en el fondo no quiero lograrlo; existe ese algo que me tiene atada a él. Y así van pasando las horas, los días, los meses y hasta los años. Creo que nunca aprenderé. No escarmiento. Lo veo imposible, pero no me suelto. Me gusta. Es… ¿Cómo decirlo? … ¡Bah! No sé porque me esfuerzo tanto si ya se me la palabra de memoria. Masoquismo. ¡Eso es! Masoquismo puro y duro. Y que feliz voy por la vida pensando a cada rato que hace, con quien está, con quien habla, si ríe, si duerme, si esto, si lo otro. Y en los días de suerte puede ser que se aparezca ante mis ojos para regalarme un hola o un ¿Cómo va? Y entonces me derrito y pierdo los esquemas. Empiezo a decir bobadas y bla, bla, bla. Que le voy hacer si soy así. Dura de roer, pero al mismo tiempo blanda como los bizcochos que hace mi abuela. Si es que no me cansaré de decir que a pesar de lo que los otros piensen me gusta, y mucho.