Esperando

Mientras la cena se enfriaba en la mesa, tan solo deseaba ver como su mujer aparcaba el Mercedes en la acera de enfrente. Curiosamente, aquella noche el comedor le parecía inmenso; demasiado tarde para estar solo en casa. Eran las diez y media y aún no había llegado. Ni una llamada, ni un mensaje. Y ante tal carencia de información su cabeza se llenaba de fantasmas. Sabía muy bien que nunca había sido una mujer de un solo hombre, pero quería pensar que a él jamás le sería infiel. Aunque quizás eso era pedir demasiado, teniendo en cuenta que ya era el décimo de su larga colección.