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Siempre he pensado que los domingos son un palo, pero mira por donde, últimamente los encuentro agradables y todo; deben ser cosas de la edad… Fuera bromas, los domingos han dejado de ser un aburrimiento y sin querer se han convertido en la escusa perfecta para pasar un buen rato con la familia o los amigos. De todas formas, creo que hace mucho el hecho de que los domingos no tengo que salir del sobre a las seis de la mañana. Sí, la principal causa de mi cambio de visión respecto a los domingos puede ser esta. Quien sabe, quizás a partir del 20 de este mes, día que diré adiós a mi trabajo de verano, volverán a ser infumables; conmigo nunca se sabe. Pero como tampoco quiero adelantarme a las circunstancias, os diré que además de todo lo que he dicho, las tardes de domingo en la piscina, rodeada de buena gente hacen del día una auténtica maravilla. Y entre agua, hartones de comida y de reír y conversaciones que nunca aburren, consumimos los domingos que hasta ahora tanto había odiado. Y dicho esto, me voy a comer. ¡Ah! La comida de los domingos también me gusta, que le vamos hacer, que otras hagan la “operación bikini” por mi.
que quedin ben remarcades les fartaneres de menjar ehhhh
ResponEliminaÉs curiós. Tinc dos mesos sense classes. El mes d'agost sempre em sembla un llarg i trist diumenge. Els diumenges m'entristeixen. Quines coses...
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