I de sobte, massa records. En creuar el llindar de la porta i situar-me al mig de l‘habitació, un calfred va recórrer el meu cos. De sobte, em van venir a la memòria desenes d’imatges que em recordaven temps de glòria; temps que recordo amb molt d’amor i que, possiblement, mai es repetiran. Entre aquelles 4 blanques parets, ens reuníem algunes tardes, disposats a riure, a deixar volar la imaginació, a crear alguna cosa que ens demostrés, com quasi sempre, que la música era part de la nostra vida. I uns quants pegots de cinta adhesiva enganxats a la paret, em van recordar que allí també vam felicitar a una gran amiga nostra per fer-se una mica més vella. Nous objectes em van recordar que aquell espai acull a nous bohemis que també gaudeixen de la música i les confessions que només son presents en mig de bons amics. Sigui com sigui, i oblidant que el temps passa i aquells dies cada cop son més lluny, jo ja puc dir que aquella habitació va formar part de la meva vida.
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Y de golpe, demasiados recuerdos. Nada más cruzar la puerta y situarme en el centro de la habitación, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. De golpe, me vinieron a la memoria decenas de imágenes que me recordaban tiempos de gloria; tiempos que recuerdo con mucho amor y que, posiblemente, jamás se repetirán. Entre esas 4 blancas paredes, nos reuníamos algunas tardes, dispuestos a reír, a dejar volar la imaginación, a crear alguna cosa que nos demostrase, como casi siempre, que la música era parte de nuestra vida. Y unos cuantos trozos de cinta adhesiva enganchados en la pared, me recordaron que allí también felicitamos a una gran amiga nuestra por hacerse un poco más vieja. Nuevos objetos me recordaron que ese espacio acoge a nuevos bohemios que también disfrutan de la música y a confesiones que solo son presentes entre buenos amigos. Sea como sea, y dejando de lado que el tiempo pasa y esos días ya quedan muy lejos, yo ya puedo decir que esa habitación formó parte de mi vida.
Y de golpe, demasiados recuerdos. Nada más cruzar la puerta y situarme en el centro de la habitación, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. De golpe, me vinieron a la memoria decenas de imágenes que me recordaban tiempos de gloria; tiempos que recuerdo con mucho amor y que, posiblemente, jamás se repetirán. Entre esas 4 blancas paredes, nos reuníamos algunas tardes, dispuestos a reír, a dejar volar la imaginación, a crear alguna cosa que nos demostrase, como casi siempre, que la música era parte de nuestra vida. Y unos cuantos trozos de cinta adhesiva enganchados en la pared, me recordaron que allí también felicitamos a una gran amiga nuestra por hacerse un poco más vieja. Nuevos objetos me recordaron que ese espacio acoge a nuevos bohemios que también disfrutan de la música y a confesiones que solo son presentes entre buenos amigos. Sea como sea, y dejando de lado que el tiempo pasa y esos días ya quedan muy lejos, yo ya puedo decir que esa habitación formó parte de mi vida.
Oi Edurne!! Llegint aquest escrit m'he emocionat!! Em vas dir que escriuries sobre aquestas sensació, molt bonic!!!
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