Hasta los 4 añitos fui una niña de pueblo. Pero a partir de esa edad me convertí en una niña de campo. Sí, de campo. Crecí rodeada de naturaleza, de animales y sobretodo de vida. Durante mis primeros años de niña de campo mi bicicleta se convirtió en mi mejor amiga. Con ella aprendí a recorrer el camino de la vida, sin prisa pero sin pausa; también aprendí a pedalear más fuerte en las subidas y sobretodo aprendí a frenar en las pendientes más pronunciadas. Yo era de campo y estaba orgullosa de serlo. Pues bien, han pasado los años y me he convertido en una chica de campo, en una mujer de campo. Aquí la vida es distinta. Sabes que al salir por la puerta los gatos vendrán a despedirte. Sabes que estás lejos del estrés del pueblo y de la ciudad. Sabes que en las noches de verano lo que oyes no son los motores de los coches, sino el canto de los grillos. No quiero ser chica de ciudad, mujer de ciudad; quiero ser chica de campo, mujer de campo. Quiero jugar con los animales, quiero regar las flores de mi jardín, quiero leer un buen libro bajo la fresca sombra de un árbol, quiero mirar a mi alrededor y ver campos y naturaleza. Yo quiero permanecer aquí; quiero ser feliz aquí.
Pues bien, aquí tenéis uno de esos textos frikis y bastos, por cualificarlo de algún modo. Y que le voy a hacer si soy basta, si soy DE CAMPO…
Pues bien, aquí tenéis uno de esos textos frikis y bastos, por cualificarlo de algún modo. Y que le voy a hacer si soy basta, si soy DE CAMPO…
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