Hoy, dia 17 de Febrero del 2008 ha vuelto a ser noticia el rescate de los cadáveres de algunos inmigrantes que ayer perdieron la vida en el mar. Engañados y traicionados. Engañados porqué se les promete algo que nunca conseguirán, y traicionados porqué los pocos que consiguen llegar a tierra firme casi nunca tienen una vida digna y justa.
Sé que es muy cómodo por mi parte estar escribiendo sobre este tema desde mi silla delante de mi ordenador; pero esta noche, mientras cenaba y estaba viendo las imágenes en la televisión no he podido evitar pensar que haría yo en la situación de esa pobre gente. Nos miramos la situación con los ojos de un habitante de un país desarrollado, con muchas comodidades, muchas veces más de las que creemos. Pero tal y como van las cosas últimamente creo que deberíamos pensar un poco en las cosas que están más allá de nuestras narices. Si, porqué se avecinan tiempos complicados, tiempos de crisis, y no es por asustar pero la gente joven será la más perjudicada. Ahora lo vemos lejos, muy lejos. No nos falta de nada, tenemos comida cada dia en los platos y nos podemos permitir algunos caprichos; y eso lo digo yo que pertenezco a una familia no precisamente rica, sino más bien de clase media; es decir, imaginar lo bien que viven las personas que están forradas. Sobre estos últimos no voy a hablar, simplemente porqué los peces gordos tardan más en caer, pero caerán.
Os podéis preguntar, ¿ Y que tiene que ver los inmigrantes que han muerto buscando una vida mejor con la crisis ? Pues más de lo que os imaginas.
No soy ni economista ni una experta en el tema, hablo desde el punto de vista de una adolescente de 19 años que a veces se para a pensar sobre su futuro. Una adolescente que piensa en el dia que ya no estará bajo el acobijo de sus padres. Pienso y pienso y siempre acabo sin pensar. Es decir, cuando llego a un punto crítico, al punto ese de: ¿Y que voy hacer si no me salen bien las cosas?, paro, desconecto, apago el cerebro y continúo con mis cosas. No he pasado esta barrera y quizás por miedo o por frustración, no se, supongo que hoy nos reímos de todo porqué no vemos cerca el peligro. A no ser que alguno de vuestros padres trabaje en la industria automovilística, en la construcción o en algún otro sector herido ya por la crisis de momento respiramos tranquilos. ¿Pero hasta cuándo?
Sé que es muy cómodo por mi parte estar escribiendo sobre este tema desde mi silla delante de mi ordenador; pero esta noche, mientras cenaba y estaba viendo las imágenes en la televisión no he podido evitar pensar que haría yo en la situación de esa pobre gente. Nos miramos la situación con los ojos de un habitante de un país desarrollado, con muchas comodidades, muchas veces más de las que creemos. Pero tal y como van las cosas últimamente creo que deberíamos pensar un poco en las cosas que están más allá de nuestras narices. Si, porqué se avecinan tiempos complicados, tiempos de crisis, y no es por asustar pero la gente joven será la más perjudicada. Ahora lo vemos lejos, muy lejos. No nos falta de nada, tenemos comida cada dia en los platos y nos podemos permitir algunos caprichos; y eso lo digo yo que pertenezco a una familia no precisamente rica, sino más bien de clase media; es decir, imaginar lo bien que viven las personas que están forradas. Sobre estos últimos no voy a hablar, simplemente porqué los peces gordos tardan más en caer, pero caerán.
Os podéis preguntar, ¿ Y que tiene que ver los inmigrantes que han muerto buscando una vida mejor con la crisis ? Pues más de lo que os imaginas.
No soy ni economista ni una experta en el tema, hablo desde el punto de vista de una adolescente de 19 años que a veces se para a pensar sobre su futuro. Una adolescente que piensa en el dia que ya no estará bajo el acobijo de sus padres. Pienso y pienso y siempre acabo sin pensar. Es decir, cuando llego a un punto crítico, al punto ese de: ¿Y que voy hacer si no me salen bien las cosas?, paro, desconecto, apago el cerebro y continúo con mis cosas. No he pasado esta barrera y quizás por miedo o por frustración, no se, supongo que hoy nos reímos de todo porqué no vemos cerca el peligro. A no ser que alguno de vuestros padres trabaje en la industria automovilística, en la construcción o en algún otro sector herido ya por la crisis de momento respiramos tranquilos. ¿Pero hasta cuándo?
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