Hoy es el día perfecto para pensar en todo lo que me rodea. Cuando el cielo se nubla y empiezan a caer gotitas hay algo en mi interior que me invita a abrir la mente. En los días como hoy la ordeno; meto en ella lo bueno, la vacío de todo lo malo i en una esquinita dejo alguna que otra duda, con la intención de tratarla en otro momento.
En los días como hoy siempre me da por pensar que puedo dejar de ser la virgen de los desamparados, es decir, la típica persona a la que recurrir cuando se esta algo chungo. Es cierto que no me importa escuchar y aconsejar, pero ya estoy un poquito harta de dar y recibir la mitad o nada. El altruismo también tiene su límite. La pena es que cuando desaparece mi mala leche vuelvo a caer en los mismos errores de siempre y siempre me convierto en la psicóloga 24 horas. Pero ya me estoy cansando; y lo más importante: ya me estoy cabreando. He de aprender a hacer las cosas sola, a pensar por mi misma, a escuchar consejos, pero sin dejar que me coman el coco, a mirar las personas por como son y no por como los otros quieren que sean, a pasar de quien no me gusta, e incluso a ser educada, aunque muchas veces sea solo para joder al prójimo.
Creo que dejaré de pedir consejos, aunque sea solo por un tiempo. Que me la meto, pues ya me levantaré. Total, no puedo estar toda la vida escuchando las opiniones ajenas y valorando los comentarios que muchas veces no tienen ningún fundamento. La verdad es que no quiero convertirme en un ser neurótico y amargado. No, no lo quiero. Quiero pensar en mí, darle un poquito más de libertad a mi egoísmo y egocentrismo. Con moderación, está claro. Pero en fin, que quiero dejar de pensar tanto en los demás para centrarme un poco más en mí. Me gusta pensar que las cosas de las que estoy más orgullosas son aquellas que hice por mí misma, escuchando algún consejo, pero pasando de los que se negaron o me dijeron que no llegaría a ningún sitio.
En los días como hoy siempre me da por pensar que puedo dejar de ser la virgen de los desamparados, es decir, la típica persona a la que recurrir cuando se esta algo chungo. Es cierto que no me importa escuchar y aconsejar, pero ya estoy un poquito harta de dar y recibir la mitad o nada. El altruismo también tiene su límite. La pena es que cuando desaparece mi mala leche vuelvo a caer en los mismos errores de siempre y siempre me convierto en la psicóloga 24 horas. Pero ya me estoy cansando; y lo más importante: ya me estoy cabreando. He de aprender a hacer las cosas sola, a pensar por mi misma, a escuchar consejos, pero sin dejar que me coman el coco, a mirar las personas por como son y no por como los otros quieren que sean, a pasar de quien no me gusta, e incluso a ser educada, aunque muchas veces sea solo para joder al prójimo.
Creo que dejaré de pedir consejos, aunque sea solo por un tiempo. Que me la meto, pues ya me levantaré. Total, no puedo estar toda la vida escuchando las opiniones ajenas y valorando los comentarios que muchas veces no tienen ningún fundamento. La verdad es que no quiero convertirme en un ser neurótico y amargado. No, no lo quiero. Quiero pensar en mí, darle un poquito más de libertad a mi egoísmo y egocentrismo. Con moderación, está claro. Pero en fin, que quiero dejar de pensar tanto en los demás para centrarme un poco más en mí. Me gusta pensar que las cosas de las que estoy más orgullosas son aquellas que hice por mí misma, escuchando algún consejo, pero pasando de los que se negaron o me dijeron que no llegaría a ningún sitio.
Equis Dé
ResponEliminaLas caidas enseñan a equilibrarse, haz lo que te creas conveniente, si caes,no te saldra la mala leche pensando que fue por culpa de la otra, y te sabra menos amarga.
ResponEliminaMe gustan tus reflexiones.
Abrazos, Leonor