Esta mañana alguien me ha dicho: ¿Tú también has caído de la cama? Mi respuesta ha sido, ¡sí! Y es que son poco más de las 8:15 de la mañana y ya estoy en la cafetería de la Universidad, con mi café con leche a la izquierda y mis atuendos esparcidos por la mesa y alguna que otra silla. Aún quedan unos quantos minutos para que lleguen mis amistosas y simpáticas compañías. Hoy puede ser un buen día: Un clima suave, ni frío ni calor, buenas asignaturas para llenar una buena mañana de jueves, una comida acompañada por dos de mis mejores amigas y un poquito de estudio en la biblioteca para ordenar un poco las ideas, y de paso mis apuntes.
Cuándo ponga punto y final a este post, leeré dos artículos de ARCO, la feria del arte contemporáneo que ha entrado a mi vida gracias a Art i Societat, una de las asignaturas de este cuadrimestre.
Me gusta la tranquilidad de las mañanas. Me gusta ver que la ciudad que me pateo casi todas las mañanas es una ciudad que sigue siendo tranquila. Lejos del ruido de los motores i del estrés de algunas horas puntas, Lleida es una ciudad familiar que aún creciendo a velocidades de vértigo conserva el espíritu de un pueblo de grandes dimensiones. ¡Mira! Por la puerta acaba de entrar una de mis compañías que esta sacando todos mis objetos personales de la silla, para poder sentarse. Ha pasado dos minutos y… otra compañía entrando por la puerta. Como se nota que ya empieza a ser hora de abrir los ojos. Y bien abiertos. En fin, me voy a socializar con mis compañeras, que esto de escribir y tenerlas al lado hablando no es muy compatible. Me despido hasta que vuelva a tener algo que contar.
Cuándo ponga punto y final a este post, leeré dos artículos de ARCO, la feria del arte contemporáneo que ha entrado a mi vida gracias a Art i Societat, una de las asignaturas de este cuadrimestre.
Me gusta la tranquilidad de las mañanas. Me gusta ver que la ciudad que me pateo casi todas las mañanas es una ciudad que sigue siendo tranquila. Lejos del ruido de los motores i del estrés de algunas horas puntas, Lleida es una ciudad familiar que aún creciendo a velocidades de vértigo conserva el espíritu de un pueblo de grandes dimensiones. ¡Mira! Por la puerta acaba de entrar una de mis compañías que esta sacando todos mis objetos personales de la silla, para poder sentarse. Ha pasado dos minutos y… otra compañía entrando por la puerta. Como se nota que ya empieza a ser hora de abrir los ojos. Y bien abiertos. En fin, me voy a socializar con mis compañeras, que esto de escribir y tenerlas al lado hablando no es muy compatible. Me despido hasta que vuelva a tener algo que contar.
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