Hi ha gent que és molt simpàtica i educada. M’encanten! Tant és així, que em sento orgullosa de conèixer gent com aquesta; gent que tot i que ha estat més d’un cop prenent un cafè amb tu, quan et veu no et saluda. Bé, el primer cop penses: Potser no m’ha vist... I el segon, en el meu cas, ja penses: Fes-te mirar les cataractes i ves-te’n a donar un tomb pa’ l’era! El cas és que això és una cosa que sempre m’ha posat de mala llet. Tant costa saludar? Inclús he arribat a pensar que la gent pateix molt per saludar, no ho sé, potser saludant es gasta una quantitat inimaginable d’energia. La qüestió és que cada cop que em trobo en aquesta situació em venen ganes d’anar cap al subjecte i dir-li: Perdona, et dec alguna cosa? I és que me’n faig creus! No sé com pot existir gent tant estúpida i mal educada. La solució és passar de tot això, però en el fons pot amb mi. Fins que un dia et venen i et diuen: Ai, hola! Com estàs? Ara feia dies que no ens vèiem, eh? Llavors, amb una mirada angelical i un somriure d’orella a orella, dius: Doncs si no em veies és perquè caminaves amb els ulls tancats. Que tinguis un bon dia! ---------------
Hay gente que es muy simpática y educada. ¡Me encantan! Tanto es así, que me siento orgullosa de conocer gente como esta; gente que aunque haya estado contigo tomando un café, cuando te ven no te saludan. Bien, la primera vez piensas: Quizás no me ha visto… Y el segundo, en mi caso, ya piensas: ¡Hazte mirar las cataratas i vete a dar una vuelta por el patio! El caso es que esto es una cosa que siempre me ha puesto de mala leche. ¿Tanto cuesta saludar? Incluso he llegado a pensar que la gente sufre mucho para saludar, que saludando se gasta una cantidad inimaginable de energía. La cuestión es que cada vez que me encuentro con esta situación me dan ganas de ir hacia el sujeto y decirle: Perdona, ¿te debo algo? ¡Y es que no me lo puedo creer! No se cómo puede existir gente tan estúpida y maleducada. La solución es pasar de todo esto, pero en el fondo puede conmigo. Hasta que un día te vienen y te dicen: ¡Ay, hola! ¿Cómo estás? Ahora hacía días que no nos veíamos, ¿eh? Luego, con una mirada angelical y una sonrisa de oreja a oreja, dices: Pues si no me veías es porque andabas con los ojos cerrados. ¡Que tengas un buen día!
Hay gente que es muy simpática y educada. ¡Me encantan! Tanto es así, que me siento orgullosa de conocer gente como esta; gente que aunque haya estado contigo tomando un café, cuando te ven no te saludan. Bien, la primera vez piensas: Quizás no me ha visto… Y el segundo, en mi caso, ya piensas: ¡Hazte mirar las cataratas i vete a dar una vuelta por el patio! El caso es que esto es una cosa que siempre me ha puesto de mala leche. ¿Tanto cuesta saludar? Incluso he llegado a pensar que la gente sufre mucho para saludar, que saludando se gasta una cantidad inimaginable de energía. La cuestión es que cada vez que me encuentro con esta situación me dan ganas de ir hacia el sujeto y decirle: Perdona, ¿te debo algo? ¡Y es que no me lo puedo creer! No se cómo puede existir gente tan estúpida y maleducada. La solución es pasar de todo esto, pero en el fondo puede conmigo. Hasta que un día te vienen y te dicen: ¡Ay, hola! ¿Cómo estás? Ahora hacía días que no nos veíamos, ¿eh? Luego, con una mirada angelical y una sonrisa de oreja a oreja, dices: Pues si no me veías es porque andabas con los ojos cerrados. ¡Que tengas un buen día!
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