Aunque no esté Roosevelt...

En mil hojas de papel hay escritas mil palabras que todas vienen a decir lo mismo. Ninguna hoja aporta nada nuevo. Con distintas palabras todas llevan el mismo mensaje. Y aunque havia escrito mil y una veces como sería este momento, como quien hace terapia, nunca imaginé que me costaría tanto. Cada día veía este momento más cerca, pero en verdad, no lo he visto llegar. Ha sido rápido. Demasiado. Como un disparo. Se ha quedado la bala dentro, y dudo que hasta el mejor forense logre sacarla. Este es el crack del 09. Mi crack del 09. Nada comparado con el crack del 29, del qual, por ser económico, ahora no toca hablar. Espero que después de esta crisis lleguen otra vez los felices años veinte, con una leve expansión y también prosperidad. No he abusado de nada para encontrarme ahora así, porque aunque sabía que este momento llegaría ahora no sé como mirar las cosas a todo color. Ahora mismo, solo se que necesito un New Deal para superar el crack; aunque ya no este Roosevelt para proponerlo.

Ya no creo en el adiós...

Casi havia olvidado esa sensación. La sensación que produce esa bomba en mi pecho a punto de estallar después de verte de nuevo. Y que bien me sentí. Que feliz fui. Escondiéndome la emoción para mí sola, porque tengo la manía de guardármelo todo como el mayor tesoro. Y es que eso fue como un tesoro. Ni la tumba de Tutankhamon tiene tanto valor; y lo digo yo que soy una forofa de todo lo relacionado con el mundo antiguo. Me sentí afortunada por estar en ese momento en ese lugar; dónde casi nunca estoy. Dónde ayer estaba, simplemente, porque tenia que estar. Dónde te vi, simplemente, porque tocaba verte; porque a veces la suerte también me sonríe. Y ahora, después de calmarme, después de volver a la tierra he entendido, definitivamente, que por mucho que intente olvidarte, desterrarte de mi corazón o hacer cualquier cosa por el estilo, tú siempre serás la estrella más bonita de mi cielo. De ese cielo que miro todas las noches antes de acostarme. Y lo he entendido ahora; ahora que cojo un nuevo camino que me llevará lejos de ti. Y aunque esto me duela, me consuela saber que estarás bien. Porque eso lo sé yo. Porque no imagino un mundo en el que tú no estés bien. Porque nunca he imaginado, ni imaginaré, un mundo en el que los que yo quiero y aprecio no estén bien. Sí, lo sé; ya me estoy poniendo cutre. Ya estoy gastando esas palabras de amor que en otras situaciones me parecen repugnantes. Pero, ¿sabéis que? Yo también soy humana, y aunque me guste guardarme las cosas, cuándo lo dejo salir…lo dejo salir. Y aunque haya escrito todo esto, pienso que hay cosas que no puedo decir. Cosas que ni tú mismo sabrás. Porque aunque sepas muchas cosas, quizá demasiadas, nunca lo sabrás todo. Y a pesar de estar lejos de ti, deseo que todo te vaya bien. Deseo que seas feliz.

Calorcalorcalorcalorcalor...calor

Calor. Mucho calor. Es lo que tiene el verano, pero aun así me fastidia. Odio el calor y también tengo que decir que el verano no es precisamente mi estación favorita. Dónde está el invierno y el frío que se quite todo lo demás. Ahora mismo el cielo está nublado. Aunque sabiendo como son esto de las tormentas de verano, una no se puede fiar de lo que marca el cielo. Creo que se nota que estoy aburrida y que no sé muy bien que hacer. Todo el dia que ando de un lado para otro, buscando un sitio un poco fresco. Pero nada. La búsqueda ha sido en vano. Suerte que llega la noche y esto de tener un jardín donde tomar el fresco es toda una bendición. Eso sí, en estos días de calor la sandía bien fresquita es mi mejor aliada. Pero bueno, por mucha sandía que haya este calor continúa siendo insoportable. Además, si a todo esto le sumamos que estamos en domingo pues… ¡Odio los domingos! Son todos iguales. Aburridos con ganas. Nunca me han gustado y creo que nunca me gustarán. Aun así, sé que hay centenares de personas que desean con todas sus fuerzas que llegue el domingo.

¡Vaya! Las hojas de los árboles empiezan a moverse. Hace un poco de aire. Bien. Buena señal. Es curioso, con poca cosa nos conformamos cuando estamos apurados. Que bobos somos a veces.

Mañana, pasado mañana y el otro...

Las 17:47 h. de la tarde. Cielo nublado. Temperatura perfecta. Ventana abierta. Música puesta. Y lo lejos, mis apuntes. Papeles que se van a jubilar en nada. Mañana primer dia de Selectividad. Nos esperan los exámenes de Lengua castellana, Llengua catalana e Inglés. La verdad es que ya tengo ganas de ver como es todo esto de la Selectividad. Porque, no sé, pero creo que exageran un poco, ¿no? La mayoría de las tertulias de hoy se han dedicado al tema de la Selectividad. ¡Pero si han dejado de lado el tema de las Europeas! Claro, que según mi opinión, yo tampoco hubiese invertido un tiempo, que a la larga vale oro, hablando de política. Pues a lo que iba. Que quizás no sea tanto. Hace un rato, en un debate de TV3, un hombre ha confesado que cuando él hizo la Selectividad se sintió como un pollito dentro de una granja. Graciosa imagen. Quizás me ayude mañana. Quizás me relajará pensar que todos los presentes somos pollitos dentro de una granja.

Esta noche me tomaré una tila y dormiré como un bebé. Sí, porque sino me acuesto y pienso demasiado. Y, a veces, pensar demasiado no es bueno. Luego es cuando me pongo nerviosa y todas esas cosa.
De todos modos, por muy positiva que intente ser, me parece que mañana por la tarde sí que estaré nerviosa. Solo de pensar que el miércoles toca Filosofía y Latín se me ponen los pelos de punta. No por nada, sino porque…porque... tengo miedo de pifiarla. Ojalá, cuando tenga el examen delante, pueda decir eso de: ¡Toma! Ha salido lo que yo quería.
Y el último dia toca Hª del Arte y Literatura Catalana. Para ser sincera, diré que me asusta Hª del Arte. ¿Por qué? Pues por lo mismo; por miedo a pifiarla. Respecto a Literatura Catalana solo diré que voy mucho más tranquila. Sé que he leído los 6 libros obligatorios, así que solo hace falta esperar que preguntan. Aquí lo dejo. Voy a sentarme en el jardín para desconectar un poco. ¡Bendito jardín!

Y pese a todo, somos bestias...

Cuando somos niños no nos importa lo que pasa a nuestro alrededor. De todo podemos hacer un juguete y de todo nos podemos reír. Jugamos ignorando que más cerca de lo que nosotros pensamos hay alguien que está pidiendo limosna, que en otro país otro niño es explotado por empresas que mañana venderán sus productos en la tienda de la esquina, ignorando que mientras nosotros tiramos una canica un niño muere de hambre a miles de kilómetros. Y a pesar de esto aún queremos más y más. Sentimos pena por los niños que vemos en los anuncios de la UNICEF, pero mañana no renunciaremos a unas Converse de 90€, a un móvil de más de 200€ o simplemente a un cinturón que por llevar escrito Miss Sixty cuesta unos 80€. Puede parecer un abuso pero es así. No podemos negar que aún sabiendo que mueren miles de personas de hambre dormimos tranquilos cada noche. Somos habitantes de países desarrollados que solo están sintiendo miedo ahora, cuando ven la dentadura bien afilada de la crisis. Intentamos cambiar pero seguimos como siempre. Nos hacemos propósitos que quizás nunca cumpliremos. Hablamos y nos quejamos de temas en los que deberíamos tener la boca bien cerrada. Somos adictos a las quejas y a las denuncias. Nos creemos los dueños del mundo y no somos nada. Pobres y ricos llevaremos el mismo traje de madera de camino al cementerio, pero seguimos sacando los ojos al vecino. Seguimos aplastando al del al lado porque queremos ser los primeros en todo. Empezamos guerras con cualquier excusa y lo peor de todo es que los que las empiezan nunca luchan en ellas. Las víctimas de esas guerras son personas inocentes que se han visto en medio del huracán sin saber como. Puede que un dia te levantes con el canto de los pájaros y que el dia siguiente tu despertador sea la bomba que ha explotado a escasos metros de tu casa. Somos así. Despiadados aunque nos cueste reconocerlo.

¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vámos?

¿Cielo o infierno? Tierra. Vivo con los pies en la tierra y me gusta pensar que lo que piso no se va a derrumbar. No creo en nada que no haya visto. Quizá por esto reniego totalmente de la existencia de un Dios omnipotente creador de todos los elementos que existen. Hace unos días, mi madre me explicó que cuando era pequeña una tarde llegué a casa con una duda revoloteando por mi cabeza. Me explicó que ese dia en el colegio, en la clase de religión, la profesora nos había explicado que Dios era el creador de todo, es decir, que nosotros éramos una pequeña obra de arte de Dios. ¡Pobre de mi! Ya no sabía ni que pensar. ¿Había estado 9 meses en el vientre de mi madre? ¿Era como esos muñequitos de Plastelina que hacía las tardes de domingo? ¿Era prima segunda del mono que salía en la unidad dos de mi libro de ciencias? ¿Era? ¿No era? ¡Vaya dilema! Así que, nada más llegar a casa, le pregunté a mi madre como podía ser que el hombre fuese una obra de Dios si resultaba que habíamos salido del mono. Entonces mi madre comprendió que necesitaba una explicación lo suficientemente seria. Siempre he sido un poco cabezacuadrada y no es fácil hacerme entrar las cosas. Pues nada, después de esa conversación me quedó claro que yo era pariente de los monos. Que alivio. Siempre me había gustado eso de pensar que veníamos del mono. Esos animalitos tan monos, es lo que tiene. ¿Y que me decís de los chimpancés? Que majos ellos, cuando roban los sombreros a los visitantes del Zoo. Da gusto verlos. Pero bueno, que me voy del tema. En fin, que creo en todo lo que puedo ver, tocar o sentir. En nada más. Así que si nos desviamos un poco del tema, puestos a opinar, creo que tras la muerte no vamos ni al cielo ni al infierno. Sencillamente porque no creo que haya nada después de la muerte. No somos como los gatos. No tenemos 7 vidas; y si las tenemos estamos en la última. Las otras nos han caído por el camino, de la vida. ¡Ups! Que lío. En fin, a vivir la vida que son…¿2 días? ¡No! Que van a ser dos días. Pues no sé, los que sean. Lo dicho, Carpe Diem y siempre hacia delante. Ya llegará el dia que nos pararan.