De vez en cuando lo digo. Y ante tal afirmación, hay quien me mira perplejo, pensando interiormente: ¡Esta tía está chalada! Puede que sí, que lo esté, de hecho si me paro a pensar algunos aspectos de mi vida a veces yo también lo creo. Pero creo que esta vez hay que analizar esta afirmación más a fondo. Es decir, cuando digo que los bloques de piedra me hablan no lo digo literalmente. Si fuese así tendríamos que analizar si me fumo algo, si le doy mucho a la botella o si en mi casa hay algún escape de algún gas parecido al del Oráculo de Delfos. Vamos, que lo que quiero decir es que cuando veo algún edificio antiguo, alguna muralla o algún monumento de nuestros antepasados me emociono, y es entonces cuando con solo contemplarlo me imagino la vida a su alrededor. Es increíble todo lo que nos pueden llegar a explicar los monumentos. Contemplar un monumento o un edificio no es tan solo decir: ¡Oh, que bonito!, ni sacar la cámara para hacerle decenas de fotos. No, observar un edificio es apreciar su majestuosidad, cerrar los ojos y transportarte en el tiempo, y a veces en el espacio, para escuchar el mensaje que nos quiere transmitir: Yo fui levantado por mentes y personas con afán de poder y de inmortalidad. Yo fui levantado por vuestro ayer. Y aunque la mayoría de las veces estas mentes con afán de poder y de immortalidad no nos gusten, hay que mirar semejantes joyas como lo que son, arte. Es cierto que escuchar este mensaje cuesta, pero si se quiere todo el mundo puede lograrlo. Los que amamos la Historia y el Arte no somos extraterrestres, somos como cualquier persona, solo que nos gusta perdernos ante la belleza y las formas de las construcciones míticas que han sobrevivido al paso del tiempo y a las estupideces humanas.
Sóc conscient que sense la gent que em llegeix aquest bloc no tindria massa sentit, és per això que he decidit apropar-me una mica més a tots els que, de tant en tant, feu una ullada a les meves reflexions. Així doncs, deixo a la vostra disposició la direcció de correu electrònic del bloc: edurnezermoduz@hotmail.es, per si algú de vosaltres vol enviar-me qualsevol queixa, inquietud, aportació, opinió, etc. MOLTES GRÀCIES!
diumenge, 18 d’abril del 2010
divendres, 16 d’abril del 2010
Tú, mi inspiración
Y como si nada el sol ha cobrado vida para recordarnos que ya estamos en primavera, pidiendo disculpas por habernos abandonado durante estos días. Y a modo de paseos por la calle le demostramos que le hemos perdonado, que no le guardamos rencor por habernos dejado sin su candor por unos cuantos días. Los parques se llenan de niños y niñas que juegan imponiendo sus propias reglas. Sacando la primera capa de arena se percatan de que la tierra aún está mojada y a modo de reproche cambian de juego. Las palas se quedan en el suelo y los cubos en el olvido. Segundos después, la pelota es la protagonista. Los mayores pasean tranquilamente por el pueblo. Unos hablan en la hacera, otros andan a su paso contemplando el mundo moderno y unos pocos deciden pasar las horas en la biblioteca, donde leen el diario y entran en contacto con libros que acaban apasionándoles. Todo parece cobrar vida. El canto de los pájaros es más alegre y melódico. Y yo solo puedo decir que me encanta pasear bajo este sol. Notar su calor en mi piel, viendo que bajo su luz todo es más bonito y apetecible. Parejas cogidas de la mano, padres paseando a sus hijos, niños que salen de la tienda de chucherías, amigas que se cuentan sus secretos soltando de vez en cuando una carcajada al aire, y yo, andando en busca de algo que me inspire, algo que me obligue a escribir sin parar. Y quizás ya lo he encontrado, quizás siempre tengo algo para escribir, aunque a veces la oscuridad no me deje verlo. Y hoy, bajo este sol que nos devuelve las ganas de sonreír, creo que todo lo que me rodea forma parte de mi inspiración. Y tú, aunque a veces solo seas un reflejo, eres mi inspiración; esa inspiración que a veces se va para confundirme y para hacerme creer que ya no te necesito, pero no, bajo la felicidad de este sol solo puedo decirte que para crear algo realmente bueno tengo que pensar en ti.
dijous, 15 d’abril del 2010
Autobiografía de alguien que quiere conocerse
Me llamo Edurne. De origen catalán, aunque con una dosis alta de sangre vasca. Nací la madrugada del 26 de septiembre del año 1989. Soy hija única y jamás he hechado en falta la figura de un hermano, de la misma forma que he dado la espalda a las estúpidas teorías que hablan de los hijos únicos. Con 20 años en los bolsillos no tengo mucho que contar, aunque espero que lo poco que tengo me sea útil para llevar a cabo este ejercicio: conocerme un poco más analizando mi pasado; analizando todos y cada uno de los aspectos que me han marcado en esta vida.
Para empezar os diré que mis padres siempre me han dicho que de bebé casi nunca lloraba. Pocas noches les desvelaba con el llanto desesperado de quien quiere mecerse en brazos de sus progenitores. Mi primera palabra fue caco, mi adaptación personal del nombre de nuestro perro, Zarco, un precioso mastín blanco que hacía honor a su nombre vasco, fuerte. Con apenas tres años adoraba que me dejasen a solas en mi habitación, con la luz apagada y con unas cuantas revistas encima de la cama. Puede sonar cruel, a los míos también se lo parecía, pero por lo que se ve adoraba pasar las hojas de las revistas a oscuras, hasta que ese sonido producido por algo tan simple como hojas de papel me obligaba a dormir. Destacaba por mi tranquilidad y por pasar, la mayoría de las veces, desapercibida. A veces me vienen a la mente imágenes de la calle del pueblo en la cual viví unos 4 años. Me veo en ella, subida en un triciclo, dándole a los pedales, sin rumbo, pero con una gran sensación de felicidad. Cuando tenia 4 años nos fuimos del pueblo para ir a vivir al campo, donde aún vivimos actualmente. Precisamente, creo que este cambio en mi vida me marcó para siempre. Allí entré en contacto con la naturaleza, con los animales, pero sobretodo con la libertad. En definitiva, allí me forjé como persona. Recuerdo los largos paseos con mi abuelo, quien me explicaba decenas de historias de su vida, que a la vez era la mía. Allí empecé a amar a los animales. Recuerdo que me subían a lomos de Zarco, y no era para nada algo peligroso, pues él siempre me cuidó y me mimó como si fuera su propia hija. Me divertía con cualquier cosa, aunque mis actividades favoritas eran jugar a la pelota y montar en bici. Otra de mis actividades favoritas, el dibujo. Recuerdo que cuando era pequeña me fabricaba mis propios cómics. Luego se los enseñaba a los míos, como quien enseña su obra de arte más preciada.
Mi primer día de colegio sorprendí a mis padres diciéndoles que no hacía falta que me vinieran a buscar hasta la noche. Ante mi orden un tanto extraña se quedaron perplejos. Ellos, que sufrían por mí, que sentían ese nosequé en el interior porque me dejaban en el colegio, y yo, feliz a más no poder, entrando en la clase como si fuese mi casa. Enseguida me convertí en la protegida de mi profesora, en algo parecido a lo que hoy en día llamamos la enchufada. Aunque, evidentemente, nunca me convertí en esa niña repelente que se creía la reina del mambo, desgraciadamente ese rol lo ocuparían, más tarde, otras niñas de la clase. Mi primer obra de arte fue un garabato que ni mi profesora pudo interpretar; si todos los niños pintaron dentro de la esfera, una servidora instauró sus propias reglas: mezclar colores, haciendo caso omiso a eso que llaman no pasarse de la raya. El año 1998 algo interrumpió mi felicidad, y por supuesto la de los míos. Ese año me diagnosticaron una enfermedad llamada la fiebre de Malta o brucelosis. Casi un año de hospitales, en el que apenas pude ir al colegio, puesto que aunque no supieran que me pasaba las pruebas no cesaban. En una de mis salidas del hospital hice la comunión, aunque como ya dije en otro post, lo que más me motivaba era la reunión familiar y, porque no, el banquete. Mis padres nunca me forzaron a hacer la comunión, aunque yo quise asistir a catequesis y quise aprenderme el Padre Nuestro. No me lo preguntéis ahora, pues a base de dejarlo en el olvido se ha borrado de mi memoria. Ya os adelanto ahora que no he seguido con ningún otro rito religioso, de hecho, no tengo la intención de seguir con ningún otro. A pesar de que falté un año a clase, y mi madre pidió que me hicieran repetir de curso, los profesores se negaron y pasé de curso sin ningún problema, pues aunque no iba a clase entregaba las tareas e hice los exámenes finales. Llegó el fin de Sexto de E.G.B, y ese curso si que hicieron caso a la petición de mis padres: repetí curso. Los profesores pensaron que me afectaría y me pusieron un psicólogo, aunque creo que solo asistí a dos sesiones; repetir no me había afectado y jamás lo haría. Hice nuevas amistades y en la actualidad formo parte de la kinta del 90, aunque sea del 89.
El año 2003 empecé primero de la E.S.O en el instituto de mi pueblo, donde crecí como estudiante, pero sobretodo como persona. Allí entré en contacto con personas que han marcado mi vida; personas que me han enseñado a amar, a saber lo que quiero, a perseguir mis sueños, a ver que el instituto es mucho más que exámenes y notas y a entender que los profesores no siempre tienen que ser esos seres despiadados que quieren hacernos la vida imposible, agobiándonos con mil lecciones que creemos que jamás nos servirán. Siempre les tengo y les tendré en mente. Y durante esta estancia en el instituto sufrí una gran pérdida en mi vida. Mi abuela de Euskadi murió víctima del cáncer. Aunque, lamentablemente, durante estos años el cáncer no solo se llevo a mi abuela, se llevó a otra gran persona a la cual muchos de nosotros recordaremos siempre. En definitiva, mi paso por el instituto y mis relaciones en él han sido, sin duda, otros de los aspectos más importantes que han marcado mi vida.
Crecí convencida de que quería ser veterinaria, pero al final entendí que nunca podría serlo; no soporto ver sufrir a los animales, y aunque los adoro, creo que esta profesión me afectaría demasiado. Aunque no sería sincera si no dijese que otro aspecto influyó en esta decisión, un aspecto de carácter más personal. Después de esta decisión empecé a darme cuenta que la Historia siempre me había interesado. Aunque de pequeña odiaba a los romanos, sus acueductos y todo lo que nos explicaban, a medida que fui creciendo empecé a valorar positivamente nuestra Historia. Ya no era solo una asignatura, ya era toda una pasión. Nunca he sido, ni soy, ni creo que seré una lumbreras, pero siempre me he esforzado por conseguir lo que quiero.
Este pasado año me fui del instituto para empezar una nueva etapa en mi vida: la etapa universitaria. Sinceramente, creo que esta etapa también me marcará; ha llegado con fuerza. Y aquí estoy, en esta etapa de mi vida que casi todo el mundo me dice que a va ser de las mejores. Eso espero. Y retrocediendo un poco, quiero decir que el año 2009 ha sido uno de los años más importantes de mi vida; he hecho muchas cosas de las cuales me siento orgullosa.
Pues aquí la tenéis, mi autobiografía casera, quizás un poco descafeinada, pero aquí os he dejado todo lo que más me ha marcado en esta vida, para bien y para mal. Aunque no penséis que pongo punto y final; esta vida sigue, y con cada día que pasa hay que ir añadiendo líneas y más líneas.
Autora de la foto: Alba Charles ( http://www.flickr.com/photos/arctic_kyle/ )
Para empezar os diré que mis padres siempre me han dicho que de bebé casi nunca lloraba. Pocas noches les desvelaba con el llanto desesperado de quien quiere mecerse en brazos de sus progenitores. Mi primera palabra fue caco, mi adaptación personal del nombre de nuestro perro, Zarco, un precioso mastín blanco que hacía honor a su nombre vasco, fuerte. Con apenas tres años adoraba que me dejasen a solas en mi habitación, con la luz apagada y con unas cuantas revistas encima de la cama. Puede sonar cruel, a los míos también se lo parecía, pero por lo que se ve adoraba pasar las hojas de las revistas a oscuras, hasta que ese sonido producido por algo tan simple como hojas de papel me obligaba a dormir. Destacaba por mi tranquilidad y por pasar, la mayoría de las veces, desapercibida. A veces me vienen a la mente imágenes de la calle del pueblo en la cual viví unos 4 años. Me veo en ella, subida en un triciclo, dándole a los pedales, sin rumbo, pero con una gran sensación de felicidad. Cuando tenia 4 años nos fuimos del pueblo para ir a vivir al campo, donde aún vivimos actualmente. Precisamente, creo que este cambio en mi vida me marcó para siempre. Allí entré en contacto con la naturaleza, con los animales, pero sobretodo con la libertad. En definitiva, allí me forjé como persona. Recuerdo los largos paseos con mi abuelo, quien me explicaba decenas de historias de su vida, que a la vez era la mía. Allí empecé a amar a los animales. Recuerdo que me subían a lomos de Zarco, y no era para nada algo peligroso, pues él siempre me cuidó y me mimó como si fuera su propia hija. Me divertía con cualquier cosa, aunque mis actividades favoritas eran jugar a la pelota y montar en bici. Otra de mis actividades favoritas, el dibujo. Recuerdo que cuando era pequeña me fabricaba mis propios cómics. Luego se los enseñaba a los míos, como quien enseña su obra de arte más preciada.
Mi primer día de colegio sorprendí a mis padres diciéndoles que no hacía falta que me vinieran a buscar hasta la noche. Ante mi orden un tanto extraña se quedaron perplejos. Ellos, que sufrían por mí, que sentían ese nosequé en el interior porque me dejaban en el colegio, y yo, feliz a más no poder, entrando en la clase como si fuese mi casa. Enseguida me convertí en la protegida de mi profesora, en algo parecido a lo que hoy en día llamamos la enchufada. Aunque, evidentemente, nunca me convertí en esa niña repelente que se creía la reina del mambo, desgraciadamente ese rol lo ocuparían, más tarde, otras niñas de la clase. Mi primer obra de arte fue un garabato que ni mi profesora pudo interpretar; si todos los niños pintaron dentro de la esfera, una servidora instauró sus propias reglas: mezclar colores, haciendo caso omiso a eso que llaman no pasarse de la raya. El año 1998 algo interrumpió mi felicidad, y por supuesto la de los míos. Ese año me diagnosticaron una enfermedad llamada la fiebre de Malta o brucelosis. Casi un año de hospitales, en el que apenas pude ir al colegio, puesto que aunque no supieran que me pasaba las pruebas no cesaban. En una de mis salidas del hospital hice la comunión, aunque como ya dije en otro post, lo que más me motivaba era la reunión familiar y, porque no, el banquete. Mis padres nunca me forzaron a hacer la comunión, aunque yo quise asistir a catequesis y quise aprenderme el Padre Nuestro. No me lo preguntéis ahora, pues a base de dejarlo en el olvido se ha borrado de mi memoria. Ya os adelanto ahora que no he seguido con ningún otro rito religioso, de hecho, no tengo la intención de seguir con ningún otro. A pesar de que falté un año a clase, y mi madre pidió que me hicieran repetir de curso, los profesores se negaron y pasé de curso sin ningún problema, pues aunque no iba a clase entregaba las tareas e hice los exámenes finales. Llegó el fin de Sexto de E.G.B, y ese curso si que hicieron caso a la petición de mis padres: repetí curso. Los profesores pensaron que me afectaría y me pusieron un psicólogo, aunque creo que solo asistí a dos sesiones; repetir no me había afectado y jamás lo haría. Hice nuevas amistades y en la actualidad formo parte de la kinta del 90, aunque sea del 89.
El año 2003 empecé primero de la E.S.O en el instituto de mi pueblo, donde crecí como estudiante, pero sobretodo como persona. Allí entré en contacto con personas que han marcado mi vida; personas que me han enseñado a amar, a saber lo que quiero, a perseguir mis sueños, a ver que el instituto es mucho más que exámenes y notas y a entender que los profesores no siempre tienen que ser esos seres despiadados que quieren hacernos la vida imposible, agobiándonos con mil lecciones que creemos que jamás nos servirán. Siempre les tengo y les tendré en mente. Y durante esta estancia en el instituto sufrí una gran pérdida en mi vida. Mi abuela de Euskadi murió víctima del cáncer. Aunque, lamentablemente, durante estos años el cáncer no solo se llevo a mi abuela, se llevó a otra gran persona a la cual muchos de nosotros recordaremos siempre. En definitiva, mi paso por el instituto y mis relaciones en él han sido, sin duda, otros de los aspectos más importantes que han marcado mi vida.
Crecí convencida de que quería ser veterinaria, pero al final entendí que nunca podría serlo; no soporto ver sufrir a los animales, y aunque los adoro, creo que esta profesión me afectaría demasiado. Aunque no sería sincera si no dijese que otro aspecto influyó en esta decisión, un aspecto de carácter más personal. Después de esta decisión empecé a darme cuenta que la Historia siempre me había interesado. Aunque de pequeña odiaba a los romanos, sus acueductos y todo lo que nos explicaban, a medida que fui creciendo empecé a valorar positivamente nuestra Historia. Ya no era solo una asignatura, ya era toda una pasión. Nunca he sido, ni soy, ni creo que seré una lumbreras, pero siempre me he esforzado por conseguir lo que quiero.
Este pasado año me fui del instituto para empezar una nueva etapa en mi vida: la etapa universitaria. Sinceramente, creo que esta etapa también me marcará; ha llegado con fuerza. Y aquí estoy, en esta etapa de mi vida que casi todo el mundo me dice que a va ser de las mejores. Eso espero. Y retrocediendo un poco, quiero decir que el año 2009 ha sido uno de los años más importantes de mi vida; he hecho muchas cosas de las cuales me siento orgullosa.
Pues aquí la tenéis, mi autobiografía casera, quizás un poco descafeinada, pero aquí os he dejado todo lo que más me ha marcado en esta vida, para bien y para mal. Aunque no penséis que pongo punto y final; esta vida sigue, y con cada día que pasa hay que ir añadiendo líneas y más líneas.
Autora de la foto: Alba Charles ( http://www.flickr.com/photos/arctic_kyle/ )
dilluns, 12 d’abril del 2010
Arnau Mir de Tost, el Cid de las tierras de Lleida
Hace días que no hablo sobre Historia en este Blog, pero creo que hoy es un buen día para hacerlo. El protagonista del post de hoy va a ser Arnau Mir de Tost, un destacado caballero de la zona de Lleida, famoso por sus hazañas de guerra y por el levantamiento de numerosos edificios religiosos. El pasado mes de diciembre, Arnau Mir de Tost volvió a cobrar protagonismo, y es que un equipo de investigadores desenterraron sus restos en la iglesia de Àger. La noticia me interesó mucho, puesto que había oído hablar de dicho caballero, aunque no sabía gran cosa sobre él.
Arnau Mir de Tost fue uno de los caballeros catalanes más importantes de la primera mitad del siglo XI. Acogido por el conde Ermengol de Urgell, destacó en la corte del condado de Urgell. Se casó con Arsenda, con la que se marchó del municipio de Tost, situado en un valle poco conocido de la comarca de l’Alt Urgell, para instalarse en el castillo de Llordà. Una de las gestas más importantes fue la de reconquistar Àger a los sarraïns. Fue nombrado señor de dicha población, además de ser el encargado de la repoblación del pre-pirineo de Lleida. Además, fue el encargado de organizar la primera cruzada de la historia, contra la ciudad de Barbastro, perteneciente al califato de Al-Andalus. Durante la resistencia en Barbastro el conde Ermengol III murió. Es entonces cuando Arnau Mir de Tost tubo que encargarse del condado de Urgell, hasta que su hijo Ermengol IV cumpliera la mayoría de edad.
Arnau Mir de Tost, también conocido como el Cid de les terres de Lleida, fue el encargado de fundar las bases territoriales de dicha provincia, además de ser uno de los caballeros más representativos de la Alta Edad Media en la zona de Lleida. Actualmente estoy muy interesada por la figura de este destacado caballero, además me gustaría visitar algunas de las zonas por las cuales pasó, además de la iglesia de Àger, donde se encontraron sus restos.
Arnau Mir de Tost, también conocido como el Cid de les terres de Lleida, fue el encargado de fundar las bases territoriales de dicha provincia, además de ser uno de los caballeros más representativos de la Alta Edad Media en la zona de Lleida. Actualmente estoy muy interesada por la figura de este destacado caballero, además me gustaría visitar algunas de las zonas por las cuales pasó, además de la iglesia de Àger, donde se encontraron sus restos.
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divendres, 9 d’abril del 2010
Otra vez, como siempre
Esa sensación que tienes cuando le ves, cuando le ves en el momento y en el lugar menos pensado. Y él no te ve, sigue con lo suyo porque no se ha percatado de que estás allí. Y nace en ti algo parecido a la locura, al deseo de que te vea, de que recuerde que aun existes. Te sorprendes a ti misma, no estás loca, pero actúas como tal. Pensabas que nunca más sentirías algo así por él, pero a pesar de tus esfuerzos, algo en ti te ha tirado hasta él. Algo en ti ha hecho que le siguieras; quizás para sentirle un poco más cerca, quizás con la esperanza de que en un momento dado se girase y te viese. Sigues. Quieres parar, pero no puedes. Tantos días sin verle y hoy se ha cruzado otra vez en tu mundo para romperte los esquemas. Él no lo sabe, pero ahora piensas en él. Recuerdas lo que te gusta(va) de él y la nostalgia invade tu cuerpo. Sabes que todos esos días jamás volverán. Nunca más podrás disfrutar de su presencia, aunque solo fuese en la distancia. Y de repente ves que se aleja. Se va. No te ha visto. Él se ha cruzado en tu camino, tú en el suyo no. Lejos quedaron esos días en los que los días tenían algunos minutos plenos de felicidad. Sabes que es cierto, que hay que olvidar el pasado, vivir el presente y mirar al futuro, pero la práctica es más difícil que la teoría. Además, todo se complica cuando recuerdas que no hace mucho le diste la espalda, simplemente porque no tuviste valor de mirarle a la cara por miedo a que él supiera que aún le amas.
dimarts, 6 d’abril del 2010
Por el placer de sufrir disfrutando
Sí, lo reconozco, soy una autentica romántica. Puede que vaya de dura por la vida, de seis pelas, como dice mi madre; pero en realidad me derrito por esa persona que ha cambiado, o mejor dicho, ha ordenado algunas cosas en mi interior. Puede que viva el amor al límite; como algo que te hace sentir mejor por el simple hecho de guiarte por ello en algún momento. Vivo el amor intensamente, y quizás sea porque para bien o para mal siempre elijo lo difícil. No lo hago expresamente. No. No voy por la vida con un detector de lo difícil o lo imposible, simplemente creo que Cupido quiere complicarme las cosas. He estado enamorada de la persona equivocada durante unos siete años. De hecho, creo que esto de utilizar el pasado no se si es muy acertado. Vosotros ya me entendéis. Siempre supe que sería mi primer gran amor, aunque por desgracia fuera uno de esos amores imposibles. Ahora, aún teniéndole en mente, ha nacido algo nuevo en mi interior. Este algo nuevo me desconcierta y me asusta. Es como si tuviera miedo a pasar por lo mismo; miedo a aferrarme a algo que no me pertenece. Pero a pesar de todo esto, tengo ganas de sentir algo nuevo por alguien distinto. Aunque en el fondo se que es posible que vuelva a sufrir. No es que sea exigente, es solo que siempre me fijo en lo original, en lo que no abunda. Por desgracia, las piezas exclusivas son las más buscadas, y en este caso el dinero no compra la felicidad. Yo no pido nada del otro mundo, tan solo pido no convertirme en ese Dante que escribía desesperadamente a su Beatriz. No quiero amores de dos días, ni besos de desconocidos, quiero poder tener al lado alguien que realmente me guste; alguien a quien querer de verdad. Quiero, aunque sea tan solo por unas horas, tenerle delante para decirle que veo en él. Creo que tiene demasiados encantos escondidos.
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