
El tiempo es oro, por eso me gusta invertir el mío con personas que de verdad lo merecen. No me gusta regalar mi tiempo a personas desustanciadas especializadas en clavar puñaladas; no me gusta ir por el camino de la vida de la mano de alguien que en el primer precipicio me va a dejar caer. Dicen que las apariencias engañan, pero no todas. Algunas personas llevan escrito en la frente que la traición es su especialidad, pero aunque lleven esa máscara tarde o temprano descubres la verdad. Lo que quiero decir es que puedo invertir algo de mi tiempo con personas que no me entran; tres minutos como máximo. Que preguntan, responderé. Que saludan, saludaré. Que piden, pues entonces no daré. En cambio, puedo dedicar más tiempo del que tengo a quien aprecio, a quien consigue demostrar que la verdad es totalmente necesaria para andar por la vida con la cabeza bien alta, a quien con tan solo un saludo y un par de palabras tontas es capaz de meterse en mi vida porque desprende sinceridad y bonanza.
A todos los que me gusta dedicar parte de mi tiempo.
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