
Hoy la botella no esta ni medio llena ni medio vacía. Hoy está directamente tumbada. Esta mañana, al salir a la calle, me he dado cuenta que había olvidado el bote de pintura blanca en el baúl de los recuerdos. Así que hoy lo he visto todo negro. Y más negro lo veré mañana, cuando compruebe que a pesar de mis esfuerzos sigue tan lejos como siempre. Cinco metros se convierten en cinco mil kilómetros.
Harta de todo. Harta de fingir ser roca cuándo solo soy polvo. Polvo que con solo un soplo se divide y desaparece. Imágenes que parecen puñales. Palabras que tendrían que ser puñales, solo para atravesarme. Solo por eso. Me quedo sentada mirando como mis días se escapan. Me dicen adiós y yo ni me inmuto. Se alejan como ese tren que un día partirá. Solo que yo no estaré en el tren. Yo estaré en el andén con un calendario en mi mano, contando los días que ya pasaron y nunca más volverán. Frustrante, ¿verdad? Pues sí, lo es. ¿Y que? ¿Qué gano yo escribiendo esto si no va a servir para nada? Solo servirá para evadirme un rato, para decir por escrito lo que no puedo decir hablando.
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